Hace unos meses compartí mi preferencia por los pañales lavables. Tanto para el medio ambiente como para la piel sensible de nuestros bebés, pienso que son la mejor opción.
Sin embargo, confieso no usarlos “de seguido” sino por rachas, ya que por temas de tiempo y energía disponible hay épocas en las que me cuesta más (típicamente, el invierno: cuando las coladas crecen y al mismo tiempo, tardan más en secar).
Pero si hay una ocasión en la que el pañal lavable se ha convertido en un indispensable para nosotros es la piscina!
No soporto los pañales de natación de usar y tirar. Me dan repelús.
Por su tacto, ese material plasticoso…
Por que usar un pañal cada vez que el bebé se mete en el agua en verano, si tienes un pequeño tritón como es mi caso, es una masacre para el planeta…
¡Y porque son feísimos, oye!
En cambio mirad qué monería se han marcado los de Fundas Bcn para Hamac Paris!
El año pasado MicroBío llevaba el mismo pañal, modelo rayas marineras, lo usó todo el verano sin descansar y acabó el verano igual que empezó. Así que sé que en términos de calidad, comodidad y durabilidad no hay error posible con este pañal.