Hoy me voy a salir del guión y, sin que sirva de precedente, os voy a contar un poco de mí.
Encontrar hasta qué punto debe una desvelar su vida personal en la blogosfera es para mí un ejercicio muy delicado…
Hay quien no tiene ningún pudor en hacerlo, y me parece muy bien. También depende mucho del tono y de la temática de tu blog, y de lo que tus seguidores esperan encontrar en él. Yo habitualmente soy muy reservada, de lo que os hablo aquí es de cosas, de objetos inanimados que me rodean y que os pueden interesar (o no), pero nunca de lo que hay dentro de mí. Pues hoy lo voy a hacer, además, literalmente…
Seis años. Son los que en unos meses cumplirá MiniBio. Seis maravillosos años de aprendizaje para todos, sobre todo para nosotros, los adultos. Seis años en los que, a pesar de que las circunstancias externas no han sido fáciles, en nuestro hogar siempre brillaba la luz. Su luz.
Seis años son también los que la van a separar de su hermano. O hermana. Porque esto es lo que os vengo a contar hoy, ni más ni menos. Mi segundo hijo (o hija) está de camino…
Un regalo que nos ha traído la vida cuando menos lo esperábamos, y que, ya lo sabemos, también viene cargado de enseñanzas. Empezando por ésta: las cosas que suceden son las que tienen que suceder, y cuando lo hacen, entonces es que es el momento oportuno.
Entre lágrimas de emoción y de profundo dolor por las noticias que nos llegan desde «ahí fuera» (cada vez más aquí y menos fuera), pretendo sin embargo cerrar este post con una sonrisa.
¿Cómo creéis que tenemos que bautizar a esta criatura aquí, en el blog? Mi idea es que tras MiniBio, solo puede venir MicroBio así que sí, con mucho cariño y un punto de humor creo que en los próximos meses os iré contando las aventuras de MicroBio en su nuevo mundo.
Un mundo en el que para nosotros solo existirán mimos, leche, besos… y cosmética bío, por supuesto 😀
Hoy más que nunca os deseo un día, una semana, una vida llenos de paz y amor. Sigamos sembrando un futuro mejor…